Descensos peligrosos, ¿ a mí ?
07 junio 2009 (domingo)
CASTRO URDIALES – SANTANDER (78 kms)
721 Kms
Ya estoy despierto, son las 6h, espero un poco, media hora y ya me levanto. Aunque ayer, la cena y sobre todo la charla con Siria y Alasana, Paco de Granollers y la francesa, se hizo tarde, me levanto descansado. Desayunamos fuerte y al poco preparo los bártulos y parto despidiéndome de los peregrinos que aún quedan.
1ª subida fuerte, tiempo encapotado, gris y muy frío. Paso por Allendelagua, Unos jóvenes franceses me preguntan por el camino a seguir, así se lo indico y continúo. Paraje bucólico –todavía- de ganadería vacuna. Recorrido por zona boscosa y luego por la costa. Paso por Cerdigo, un pequeño pueblo con la Iglesia de San Juan y casonas antiguas en el alto y nuevas construcciones en su falda. Salgo de la aldea y atravieso un bosque con olor a mar y me dirijo hacia Pontarrón de Guriezo, donde domina una inmensa playa.
Escultura veleta, se mueve la cabeza al son del viento.
Al llegar, he de decidir; costa hasta Laredo (por carretera, como casi todo) y me ahorro unos 22 kms, o desvío hacia La Magdalena. Me he prometido hacer todo el Camino por donde toca, sin atajos. ¡¡¡Lo que me espera!!!
En La magdalena, me paro a comer un poco, repasar la ruta de la jornada y mentalizarme de la durísima subida que parece ser me espera.
¡¡Por favor….!!! ¿Quién puede subir esto? No he pedaleado ni diez metros y ya es imposible. El desnivel positivo es tal que me es imposible hacerlo sobre la bicicleta y más cuando veo el barrizal y los surcos de más de veinte centímetros. La bicicleta se me hunde del peso por las alforjas. Intento empujarla, pero los pies se me hunden en el barro y soy yo el que se va hacia atrás y hundiéndome. Ya estoy pringado de barro y agua hasta los tobillos, la bicicleta irreconocible, las manos me patinan. En eso que un corredor de montaña se me para y hablamos un poco. Me dice que me queda poco para llegar arriba, -Ánimo, cien dos cientos metros y listo. (y eso que estoy empezando). Ya me previnieron que son un poco exagerados y los tiempos y distancias no cuadran con lo que dicen, así que, le pregunto y lo lío un poco para saber con más exactitud, ¡¡MIL METROS, QUE SON I KMS!!.
Ya me ves empujando la bicicleta casi todo el ascenso y cada vez las curvas son más pronunciadas, pistas abiertas por orugas que gracias a las cadenas pueden ascender por el monte, el peso es mortífero, las alforjas son un quintal a arrastrar y a levantar.
Acabado el periplo, descenso suave y relajado, estoy contento, he sufrido pero lo he conseguido. En Liendo, otra vez carretera para llegar a Laredo, preciosa localidad costera, con sus playa kilométrica. En la playa hay fiesta, carreras de btt y de ponis para la gente más joven. Hay ambiente. La gente me mira, mira como voy, todo embarrado, parece que soy un participante de la competición de btt pero con alforjas. Para llegar a Santoña, dos posibilidades; carretera por Colindres , rodeando la costa o cruzar en barca. Después de un bocata enorme, me acerco a la playa, ahí está la barca que cruza el canal (no hay horarios, según vea el capitán los cliente que esperan, cruza o no). Tengo suerte, no he de esperar. Subir la bicicleta por la pasarela tan estrecha, me hace sudar lo mío. Con las alforjas y el peso, casi nos caemos al agua, y el señor ni se inmuta, me ve sufrir, pero pasa de todo. Aparecen más clientes y ya embarcados, en cinco minutos nos deja en el embarcadero de Santoña.
Buen ambiente, recorro sus calles llena de gente, veo una escultura dedicada a Miguel de Cervantes. De aquí a Santander, pasando por localidades como Noja, Meruelo, Bareyo, Güemes, Golizano y Somo. Recorrido eterno por carretera interminable
En Somo, decido tomar el ferri que atraviesa la Bahía, así me evito, a estas horas de la tarde, recorrer toda la costa hasta Santander, unos 45 kms de nada. Otra vez, vuelvo a tener suerte. A los cinco minutos aparece. Embarco con los demás y la pesada bicicleta. Aquí hay peregrinos y en el transcurso de la navegación, conversación amena con un grupito de francesas y unos pocos alemanes. La tarde se estropea y hace frío.
Será un día para barrearse hasta las orejas.
Desembarco y busco las marcas del Camino, primero visito la Catedral (gritos, risas y mi nombre suenan… los peregrinos de la barca, me ven y saludad, vamos al mismo sitio) y luego al albergue de peregrinos.
Albergue de Peregrinos Santos Mártires de Santander: entrada deprimente, estancia pequeña y por la cantidad de plazas, un solo wc y dos duchas. Comentan que se mejorará. El Bar Barruca, a veinte metros del albergue, guarda bicicletas a cambio de desayuno. Dora, es la dueña del local, simpática y cariñosa. Me ve con la bicicleta y desde el interior me grita. Me asomo por la puerta y que deje la bicicleta, que estará segura. Me presento, hablamos de cómo me va, dejo la bici y con las alforjas al albergue, escojo litera, ducha y a pasear por la Ciudad. Más tarde cenaré con Santiago, peregrino español y dos alemanes en su bar. Nos hacemos fotos.
Lo peor del día: la eterna carretera.
Lo más significativo: pocos peregrinos.
Lo más duro: La subida embarrosa y aguada de la Magdalena.
PARA VER LAS FOTOS EN DIAPOS PINCHA AQUI
BTTersMALLORCA 
Que buenos recuerdos me traen esas imágenes y esos textos.
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